Se considera tradicionales a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión artística característicos de una comunidad, en especial a aquéllos que se transmiten por vía oral. Lo tradicional coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore o "sabiduría popular".
La visión conservadora de la tradición ve en ella algo que mantener y acatar acríticamente. Sin embargo, la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse, cambiando en forma y fondo (a veces profundamente) para seguir siendo útil.
Las fiestas en México son el reflejo de la rica herencia cultural prehispánica y el fervor religioso impuesto por el colonialismo español. En ellas se palpan los sentimientos más profundos del pueblo mexicano y el valor social que cada región le otorga.
Las fiestas son un sostén de la estructura social y han contribuido a evitar la pérdida de identidad, de los valores tradicionales y la desintegración comunitaria. En la organización participan todos los sectores sociales, cada uno de ellos en el rol que le asignó la comunidad. El rol más significativo es el de las "mayordomías" o encargados de la fiesta. Pueden ser roles transitorios o permanentes. O sea son elegidos específicamente para una celebración en particular o por mucho tiempo, depende de cada sitio. Están los "capitanes" de los grupos de danza y de las representaciones. En general el cargo es hereditario, ya que son ellos los que garantizan la preservación de las tradiciones. Otros roles importantes son: los encargados de la música, los que deben ocuparse de la pirotecnia y los que tienen la responsabilidad de elaborar las comidas tradicionales especiales para la ocasión.
Hay diferentes categorías de fiestas: las tradicionales, las cívicas (que se festejan en todo el país) y las ferias.
Las fiestas tradicionales son las que se rigen por el calendario católico, aunque conserven aspectos de origen netamente prehispánicas. Esto se debe a que los valores religiosos cristianos fueron impuestos por la conquista a sangre y fuego. Como una manera de preservar sus costumbres religiosas, los indígenas hicieron su propia interpretación de la religión adaptándola a sus creencias ancestrales, provocando una síntesis muy particular.
La gastronomía mexicana es otra de las cocinas conocidas internacionalmente, muchas veces relacionada con las comidas rápidas por sus tacos, quesadillas y burritos. Como toda olla latinoamericana, la mexicana combina lo mejor de la tradición indígena y los aportes de los platos españoles.
Al igual que algunas cocinas caribeñas, la estufa mexicana incluye numerosos platos con insectos y flores silvestres. Los principales platos pueden ser guisados, antojitos (lo que se conoce como entremeses), caldos, sopas aguadas y secas, y una variedad importante de salsas y tortillas.
En el repertorio de alimentos de la cocina mexicana comprende el maíz, el arroz, el chile con sus casi cincuenta variantes, el fríjol, el jitomate, el tomate, el aguacate, las pitahayas, los nopales, las tunas, los chayotes, el chocolate, la vainilla, las carnes rojas, las verduras y las frutas.
La cocina mexicana generalmente está presidida por una mujer, que es la cocinera oficial que va transmitiendo todos sus conocimientos de generación en generación.